El Hospital de Chillán

El Hospital Clínico Herminda Martin, fue construido entre 1941 y 1945 con los fondos donados por Doña Herminda Martín Mieres, en cuyo honor lleva su nombre y que antes de morir destinara gran parte de su fortuna para la construcción de un nuevo Hospital para Chillán.

Hasta antes de esa fecha funcionaba en la ciudad el antiguo Hospital San Juan de Dios, que fue casi completamente destruido por el terremoto de 1939, quedando sólo su capilla, hoy Monumento Nacional.

Inicialmente el hospital estaba compuesto por dos edificios comunicados por un tercero que, en su conjunto, formaban una letra H cuya superficie alcanzaba los 10 mil m2. En la estructura mayor se ubicaban los cuatro servicios básicos y los pabellones. En el menor, las salas para la atención de emergencia, pensionado, dirección y algunas consultas para atención abierta. En tanto, gran parte de las oficinas administrativas se encontraban en el subterráneo. Para ese entonces el "Nuevo Hospital", como se le llamó, contaba con una capacidad de 380 camas y una infraestructura de lujo para la época. A principios de los 70 se construye un auditorio que hoy lleva el nombre del Dr. Germán Villagrán con capacidad para 150 personas; y un consultorio adosado destinado a la atención general y de especialidades. Ambas obras aumentan la superficie de 13.000 m2. En el período 1991 – 1996 se construye la torre quirúrgica junto a varias unidades de apoyo (Cuidados Intensivos e Intermedios, Emergencia, Radiología, etc.) completando 23.000 m2. A lo anterior se debe sumar las posteriores ampliaciones de 3.000 m2. destinados a vestuarios, Unidad de Medicina Transfusional, Neurología y Psiquiatría y la ampliación de la Unidad e Emergencia.

Biografía

Doña Herminda Martín Mieres, dama chillaneja, nacida del matrimonio efectuado el año 1848 entre Don Pelegrín Martín y Marty, (médico cirujano, quien llegó a mediados de 1847 a Santiago de Chile, procedente de Barcelona) y de doña Isidora Mieres Lantaño, hija esta dama, de don José Miguel Mieres y de doña Rosario y Pedro Bueno. El Sr. Mieres era un rico terrateniente llegado de Los Angeles y fue él quien donó los terrenos en donde está ubicado el Hospital Viejo.

Doña Herminda Martín Mieres, fue la menor de 10 hermanos. Nació en un hogar de familia acomodada; la fecha de nacimiento supuestamente sería alrededor del año 1867; era amante de la música y vivía espléndidamente bajo las comodidades que el dinero permite.

Doña Herminda Martín Mieres se casó muy joven con el distinguido hombre público y de gran fortuna, don Anfión Muñoz y Muñoz, oriundo de Chillán e hijo del Teniente Coronel de la Independencia, del presidente don Domingo Santa María; fue Intendente de Valdivia, de la provincia de Talca, en Tarapacá, Coquimbo y La Serena. Le correspondió, mientras fue Ministro de Estado de Obras Públicas, asignar a colonos grandes extensiones de tierra en Victoria, Rariruca y Curacautín. Su hábil labor fue premiada por el Supremo Gobierno con la donación de miles de hectáreas vírgenes.

Don Anfión Muñoz y doña Herminda Martín fueron unos colonos más, cuando sus servicios públicos terminaron y construyeron casas y galpones en sus propiedades agrícolas y allí pasaron gran parte de sus vidas. No tuvieron hijos.

La ciudad de Victoria recuerda con cariño a don Anfión, pues donó toda la madera de pellín, mañíos y araucarias, para entablar las calles de Victoria.

Fallecido este hombre visionario y no pudiendo seguir a cargo de su hacienda, doña Herminda se trasladó a Santiago, vendió todas sus tierras a la firma Moso, de propiedad de unos argentinos, los que primero elaboraron la madera llamada "cholguán" en nuestro país.

Los dineros que le pagaron por sus fundos, los invirtió doña Herminda en propiedades urbanas, en la ciudad de Santiago especialmente, inversiones que le permitieron resguardar el valor de esos dineros.

Entre sus propiedades en Chillán, se cuenta toda la esquina y fondo que ocupa actualmente la Municipalidad.

Se casó nuevamente con don Lisandro Anguita, caballero de gran familia y apostura, pero lleno de deudas y como en aquel tiempo el esposo podía disponer de las propiedades de su esposa, sin pedir autorización judicial, ni se necesitaba que la mujer firmara también la escritura de venta, don Lisandro empezó a vender las propiedades urbanas una a una. Pero doña Herminda era una mujer inteligente y decidida.

Aunque estaba muy enamorada de su marido, recurrió al estudio de abogados Claro, de Santiago y éstos obtuvieron una medida precautoria del Juzgado de Letras para que el señor Anguita no continuara enajenando y gastando su hacienda, y le iniciaron juicio de separación total de bienes.

Citado por los abogados, el señor Anguita les señaló que estaba dispuesto a aceptar la demanda siempre que hubiera una indemnización en dinero. La indemnización fue concedida, salvándose de esta manera la fortuna de doña Herminda, que siguió administrando sus bienes y acrecentándolos.

Al no tener hijos a quien dejarle su fortuna, doña Herminda pensó en los hijos que más tarde formarían parte de su tierra y reparó en los problemas de la gente que no tenía dinero para hospitalizarse, de ahí su gran dedicación y preocupación por ayudarlos y por su salud.